Un tipo viene arrastrándose por el desierto, casi muerto pidiendo con
sus últimas fuerzas:
-Aguaaa... aguaa... agua... agua...
De pronto aparece una tienda en medio del desierto, el tipo se arrastra como
puede y le dice al tipo que está en la tienda:
-Aguuaaa... deme aaguaa, me mueeerro... aaaguaaa...
El tipo de la tienda le dice:
-Compañero, agua no tengo, pero yo vendo corbatas... mire, mire... tengo
de todos colores, de disney, del demonio de tasmania, hasta con la cara de Chávez
y de Carlos Andrés abrazados...
El tipo le dice:
-¡Queee mierda contigooo, necesito aaaguaaa!...
El vendedor le insiste:
-Ya le dije que no tengo agua, pero mire las corbatas, baratísimas, acepto
tarjeta y cheques conformables.
El tipo casi muerto le repite:
-¡Aaaguaaaa!
El vendedor le dice:
-Bueno mirá, como a 8 kilómetros hay un restaurante, allí
a lo mejor tienen agua... pero, compadre, cómpreme una corbata... mire,
mire.
El tipo no quiso escucharlo más y se arrastró durante todo un
día... Hasta que por fin divisa un restaurante en medio del desierto.
Llega ya con sus últimas fuerzas y le dice al portero:
-Agguaaa... me muero... aaaaguaaaa.
Y el portero le dice:
-Amigo, le daría el agua, pero es que no puede entrar sin corbata.
DIALOGO EN EL SAUNA (Colaboración de Eduardo M.)
Un grupo de hombres estaba en el sauna de un club, cuando de repente, un celular
que estaba sobre uno de los bancos de madera empieza a sonar. Uno de los hombres
atiende:
-¿Hola?
-¿Querido?
-¿Querida?
-¿Estás en el sauna?
-Sí.
-Estoy en frente, en el shopping con un visón magnífico... ¡hermoso!
¿Puedo comprarlo?
-¿Y cuánto cuesta?
-1500 dólares nada mas...
-Bueno, está bien, compralo si tanto te gusta.
-Ahhh... y acabo de pasar por un concesionario Mercedes y vi el último
modelo. Es fantástico. Hablé con el vendedor y me dijo que nos
hace precio de amigo... y como tenemos que cambiar el BMW que compramos el año
pasado...
-¿Y cuánto es el precio de amigo?
-Mi amor, son sólo 60000 dólares...
-Bueno, como tenemos dinero para gastar... OK, pero por ese precio lo quiero
con todos los opcionales.
-Y escuchame... antes de cortar... otra cosita...
-¿Qué?
-Hoy a la mañana pasé en frente de la inmobiliaria y vi que la
casa que vimos el año pasado está en venta. ¿Te acordás?
Aquella con piscina y jardín, completamente aislada en frente de aquella
playa magnífica.
-¿Y cuánto están pidiendo?
-Solamente 450000 dólares... increíble, ¿no?
-Bueno, como no tenemos todavía muchas casas, podés comprarla.
Pero pagá máximo 420000 dólares, ¿OK?
-OK mi amor... Gracias... ¡bye! ¡Te quiero!
-Chau... yo también...
Después de cortar el hombre se dirige al grupo de amigos y grita:
-¿De quién es este celular?
ANIVERSARIO DE BODAS (colaboración de Eduardo M.)
Cacho llego aquella noche a su casa sin sospechar lo que le esperaba.
- ¡Cacho, te olvidaste otra vez!
- ¿De qué vieja?
- ¡Hoy cumplimos 30 años de casados!
- ¡Pe..pe..pero como me voy a olvidar de eso!
- Quiero que me lleves a cenar a ver un buen espectáculo y a bailar.
- Justamente eso era lo que tenía planeado.
- Bueno quiero que me lleves al Pigalle.
- ¡Quéeeeee! ¡Estás loca! ¡Ése es un
antro!
- ¡Cacho, quiero que me lleves ahí!
- ¡Vamos a cualquier otro lado, allí no bebé!
- Vamos al Pigalle Cacho...
Y fueron.
Apenas llegaron el pibe que estacionaba los autos dijo
- ¡Buenas, como le va caballero! ¡Qué bueno verlo otra vez!
La mujer saltó sorprendida
- ¿Qué dice este chico? ¡Dijo que qué bueno verte
otra vez! ¿Vos viniste aquí alguna vez?
- ¿Yo? ¿Pero vos estás loca? ¿a este piringundín?
Le dicen a todos lo mismo, en estos lugares son así.
Aparece el portero
- ¡Señor Petrelli, que gusto tenerlo por acá!
- ¡Te dijo señor Petrelli, te conoce!
- Ehhh... y como no me va a conocer si este tipo trabaja en el edificio de mi
oficina. Es el electricista del edificio.
Los recibe el maitre
- Monsieur Petrelli . La mejor mesa como siempre, ¿verdad?
- ¿Este francés también es electricista en tu oficina guacho?
¡Cacho, yo te voy a matar!
- No ehhh, este francés me conoce porque es el que me vendió los
pasajes en Air France el año pasado cuando fui a Europa a la Convención,
¿te acordás?
- Cacho vos me estás...
En ese momento aparece la vendedora de cigarrillos.
- Cachiiiiiito ¿Te doy tu habanito?
La cigarrera se pone el habano entre las tetas.
- ¡Meteme la manito cachitoooo, meteme la manito y sacá tu habanito!
La mujer de cacho está a punto de matarlo. En ese momento se pagan las
luces. Cacho y su mujer se sientan y empieza el espectáculo. Aparece
una mina super sensacional que empieza a hacer un strip-tease espeluznante.
Cuando se queda solo con la bombachita, se acerca a la mesa de cacho y mimosísima
pregunta a toda la concurrencia.
- ¿Y ahora quién me va a sacar la tanguita?
Todos los presentes gritan a coro
- ¡Se siente, se siente, Cachito con los dientes! ¡Se siente, se
siente Cachito con los dientes!
La mujer de Cacho no aguanta mas y sale corriendo. Se mete en un taxi. Cacho
la sigue. Sube al taxi también.
La mujer empieza a pegarle y quiere arrojarlo afuera. Lo insulta a más
no poder, al tiempo que se saca un zapato y empieza a pegarle en la cabeza.
El Cacho se ataja como puede.
- ¡La puta que te reparió Cacho, malparido de mierda, hijo de mil
puta!
En ese momento el taxista se da vuelta y dice:
- Mire que hemos llevado trolas, don Cacho, ¡pero loca como esta vieja
puta ninguna, eh!
Cuento 1: Exceso de velocidad (Colaboración
de Eduardo M.)
Un carabinero detiene a un tipo por exceso de velocidad y se produce el siguiente
diálogo:
-¿Puedo ver su licencia de conducir?
-No tengo. Me la suspendieron después del quinto parte por falta gravísima.
-¿Puedo ver el padrón del vehículo?
-No es mi auto. Lo robé.
-¿El auto es robado?
-Así es. Ah, ahora me acuerdo. Creo que el padrón está
en la guantera, donde puse la pistola.
-¿Hay una pistola en la guantera?
-Sí. La puse allí después de disparar y matar a la mujer
que conducía el auto. Puse su cuerpo en la maleta.
-¿Hay un cuerpo en la maleta?
-Si, señor....
El carabinero, impresionado por la sangre fría del conductor y sin quitarle
la vista de encima, llama de inmediato a su capitán. Segundos después,
el auto estaba rodeado por la policía. El capitán se acercó
con cautela al conductor para manejar la tensa situación.
-Señor ¿Puedo ver su licencia de conducir?
-Seguro. Aquí está. (La licencia era válida).
-¿De quién es este auto?
-Es mío, Capitán. Aquí está el padrón.
-¿Puede abrir lentamente la guantera para que yo pueda ver si hay un
arma allí?
-Por supuesto, señor. Pero allí no hay ningun arma. (No había
ningún arma en la guantera).
- ¿Le importaría abrir la maleta del auto? Me dijeron que había
un cuerpo allí.
-No hay problema... (Abrieron la maleta. No había ningún cuerpo).
-No lo entiendo. El carabinero que lo detuvo me dijo que Ud. le había
dicho que no tenía licencia, que robó el auto, que tenía
un arma en la guantera, que había asesinado a la dueña y que había
puesto su cadáver en la maleta...
-Ah, claro. Y seguramente le dijo también que yo venía a exceso
de velocidad...
Cuento 2: Control de alcoholemia
Un policía detiene a un conductor:
- "Buenas noches, esto es un control de alcoholemia, pero el aparato no funciona, así que le voy a hacer una serie de preguntas para saber si usted ha bebido o no, ¿de acuerdo? Si va por la carretera y ve que se acercan dos luces de frente, ¿qué piensa usted que es?"
- "¡¿Pues qué va a ser?! ¡Un coche!"
- "Sí, pero ¿qué coche? BMW, Mercedes, SEAT..."
- "Y, ¿cómo quiere que lo sepa?"
- "Empezamos mal ¿eh? Creo que usted no va a pasar la prueba... Si va por la carretera y ve que se acerca una luz de frente. ¿Qué es?"
- "¡¿Pues qué va a ser?! ¡Una moto!"
- "Sí, pero ¿qué moto? Kawasaki, Suzuki, Yamaha..."
- "Y, ¿cómo quiere que lo sepa?"
- "Definitivamente, creo que usted da positivo en la prueba de alcoholemia".
El conductor, que se está empezando a enojar, le dice al policía:
- "¿Puedo hacerle una pregunta?"
- "Adelante, hágala."
- "Va usted por la carretera y en la cuneta ve una señorita con poca ropa, minifalda, un gran escote, que está apoyada en una columna moviendo su bolso en círculos. ¿Qué cree usted que es?"
- "¡¿Pues qué va a ser?! ¡Una puta!"
- "Sí, pero ¿qué puta? Su madre, su hermana, su abuela..."
EL GAS DE LOS POROTOS (colaboración de Cristian C.)
Había una vez un hombre que tenía una pasión terrible
por los porotos cocidos. El los adoraba, pero los porotos le provocaban "muchos
gases", creándole situaciones muchas veces embarazosas.
Un día, conoció a una chica de quien se enamoró locamente
e iniciaron una respetuosa relación. Cuando ya estaba en vías
de casarse, pensó: "Ella nunca se va a casar conmigo si continúo
de esta pedorra forma". Entonces, decidió hacer el sacrificio supremo
de no comer porotos cocidos nunca mas. Su esposa y su matrimonio bien valían
la pena.
Poco tiempo después de la boda, el hombre iba conduciendo de regreso
a su casa cuando, imprevistamente, el auto se descompuso. Como vivían
fuera de la ciudad, llamo por teléfono a su esposa y tras contarle el
percance, le dijo que llegaría demorado porque volvería a pie.
Mientras caminaba, paso por un pequeño restaurante y, de pronto, el olor
de los maravillosos porotos cocidos lo cautivó trayéndole inolvidables
recuerdos, y claro, no pudo resistirse a la tentación de al menos detenerse
para sentir ese aroma. Que recuerdos! El hombre evaluó la distancia que
aun le faltaba por recorrer y juzgo que si aprovechaba la ocasión, cualquier
efecto gasífero negativo que sus deseados porotos pudieran producirle,
habrían de pasar antes de que él llegara a su hogar, de modo que,
resolvió entrar y pidió tres platos grandes de porotos (después
de todo, el no sabía cuando volvería a comer porotos cocidos nuevamente).
Durante todo el camino de regreso, se fue aliviando a paso lento de los gases,
efectos nefastos de la comida que en forma inmediata esta le provocó,
y cuando por fin llego a la casa, ya se sentía mejor. Su esposa lo recibió
en la puerta y parecía bastante feliz y excitada. Ella le dijo: "Querido,
te tengo una gran sorpresa para la cena de esta noche!" Y le colocó
una venda en los ojos y lo acompaño hasta la cabecera de la mesa haciéndolo
sentar y prometer que no espiaría hasta que ella le avisara. En este
punto, el sintió que en su intestino algo grande se estaba gestando,
es decir que había un nuevo "accidente gasífero" en
camino. Cuando la esposa estaba lista para sacarle la venda de los ojos, sonó
el teléfono. Ella le volvió a hacer prometer que no iba a espiar
la mesa y salió del comedor para atender el teléfono. En cuanto
oyó que descolgaba el tubo, el hombre aprovecho la oportunidad. Volcó
todo el peso de su cuerpo sobre una pierna y soltó uno con cuidado. No
fue muy fuerte, pero parecía un huevo friéndose. Con grandes dificultades
para respirar, agarro a ciegas la servilleta y comenzó a abanicar el
aire a su alrededor. Estaba comenzando a sentirse mejor cuando otro "gas
dormido" empezó a surgir. Levanto una pierna y PRRPPPPPPEEEPPPEEEPPEEEEERRRPPPE
!!! Sonó como un motor Diesel arrancando y comparado con el anterior,
olió aun peor. Nervioso y deseando que las emanaciones se disipasen,
comenzó a sacudir frenéticamente los brazos cual aspas de molino.
Ya las cosas parecían volver a la normalidad, cuando nuevamente le vinieron
ganas. Algo mas confiado, mando todo el peso de su cuerpo sobre la otra pierna
y lo largo con violencia. Este fue merecedor de una medalla de oro, el Oscar
en sonido y hedor. El "padre" de todos los gases. Las ventanas vibraron,
la vajilla en la mesa se sacudió y un minuto después, una rosa
que estaba sobre la mesa, se marchito y murió. El canario, en su jaula,
enmudeció su piar melodioso.
Mientras tanto, el permanecía con un oído atento a la conversación
telefónica de su mujer, manteniendo su promesa de no sacarse la venda,
y continuo con su "ejercicio" por unos diez minutos mas, tirándose
"gases" y abanicando con los brazos y la servilleta, y de vez en cuando,
soplando fuerte, en círculos, en el sentido inverso a las agujas del
reloj. Cuando oyó a su mujer despidiéndose en el teléfono
(indicando el final de su soledad y libertad), coloco suavemente la servilleta
sobre las piernas y cruzo su mano sobre ella. Tenía el rostro de la inocencia
de un ángel, cuando entro su esposa. Pidiendo disculpas por haberse demorado
tanto, ella preguntó si el había espiado la mesa de la cena, a
lo que el respondió que no.
Luego de tener absoluta certeza que había cumplido con la promesa y no
había visto nada, su esposa le saco la venda y grito: "SORPRESAAAA
!".
Había doce invitados sentados a la mesa a su alrededor para su fiesta
de aniversario...